lunes, 14 de diciembre de 2015

Reparación con doble moral

Reparación con doble moral

Colombia es un país que ha padecido la violencia en toda la extensión de la palabra y del territorio. La guerrilla de la FARC, con un discurso pobre y carente de lógica, se convirtió en el mayor de los problemas para la población civil, los militares y el gobierno. De ahí, que el proceso de paz instaurado en Cuba, pretende corregir de alguna manera los desastres cometidos en 55 años de masacres, torturas, secuestros y violaciones de todos los derechos humanos. Pero más allá de la reconciliación, el perdón y la no repetición; el tema económico para la reparación tiene mayor trascendencia ya que es un arma de doble filo como nuestra moral.

Los delitos económicos como fraude, secuestro, narcotráfico, minería ilegal, corrupción y todos los demás que se encuentran en el espectro de los delitos fuentes del lavado de dinero han sido cometidos por la guerrilla. Es por ello que el blanqueo de capitales se convirtió en la actividad más exitosa para la guerrilla que alimenta sus arcas y financia su bélica operación. A la fecha no existe un dato exacto sobre la cantidad de dinero que la guerrilla produce y tiene en sus caletas. Se ha especulado sobre los ingresos, gastos y compras pero con altos márgenes de error y ambigüedad en las cifras. Así mismo, se habla sobre la extraordinaria capacidad económica, su organización contable y gerencial que le permite administrar su riqueza incluso a nivel internacional como cualquier otra organización legal.  
                                                                              
Igual que pasa con la cifra de los delitos económicos en el mundo, pasa en Colombia para enmarcar a la guerrilla de las FARC en alguna estadística económica; sólo es posible detectar el 5% de los negocios ilícitos, todos los demás pasan por debajo de la mesa o hacen parte del underground mundo criminal global. Lo único que se sabe es la descomunal cantidad de dinero que la guerrilla tiene en su poder producto de las actividades ilegales, delincuenciales y vejámenes cometidos en su larga trayectoria por la historia colombiana.

Muchos colombianos inquietos tenemos incógnitas con respecto al proceso de paz, su dinamismo, ejecución y posconflicto. Sin embargo, una de las grandes inquietudes que a la fecha no ha sido planteada claramente es el tema de la reparación. Aunque es un tema para coger con pinzas, se cuestiona sobre la forma de retornar el dinero ilegal a la economía colombiana. El lavado de dinero y los delitos precedentes son un tema de discusión global donde Colombia, como país, tiene que adaptarse al propósito internacional sobre la prevención de las actividades ilegales que afectan la economía mundial. De ahí que el sector financiero y la mayoría de las empresas del sector real hoy están obligados a implementar el sistema de prevención de lavado de dinero basado en riesgos. Por lo tanto, dicho retorno producirá nocivos efectos en nuestra economía e institucionalidad dado que será indiscutiblemente la forma más patriótica de lavar las ganancias ilegales de 55 años de guerra donde los únicos ganadores son los altos comisionados de la guerrilla que sueñan con una vida en la legalidad y una posición en el gobierno.

Hoy nos enfrentamos a un proceso de paz con doble moral que tiene dolientes, adeptos e incrédulos. Un proceso tejido con incipientes hilos de verdad y transparencia esquivando los procesos legales internacionales como lo es la lucha contra los crímenes económicos y la extradición. Un proceso de paz que tendrá como únicos triunfadores a la guerrilla que cambiaran las botas por los zapatos de charol y dejaran el anonimato para engordar nuestra ineficiente clase política. Igualmente, las FARC plantearan los escenarios perfectos para disponer de los recursos ilegales acumulados y pretender vivir como colombianos de bien desafiando la honestidad de todos aquellos que por años hemos defendido la ética, la moral y los valores.


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