jueves, 6 de noviembre de 2014

Del Facebook a la Subasta

Después de analizar cuidadosamente el vídeo sobre turismo sexual en Colombia realizado por una reconocida cadena de televisión con apoyo de la Policía Nacional y ONU, y publicado en el periódico El Espectador solo queda el silencio y el dolor de lo allí visto.

Hemos rechazados reportajes o estudios anteriores realizados por extranjeros que han mostrado la realidad de un negocio manejado por proxenetas y ahora por bandas delincuenciales, por criminales que alimentan sus arcas y bolsillos con el oficio más antiguo de humanidad, la prostitución.
El estudio nacional está enfocado en el turismo sexual en la ciudad de Cartagena y Medellín, pero ambos con una gran diferencia. Sin embargo ninguna ciudad desmerita la otra, al contrario las dos historias y enfoques son iguales de macabras.

La ciudad de Medellín se ha caracterizado por el emprendimiento y templanza de sus habitantes. Hemos visto crecer las mejores empresas en esta tierra, como también llegar empresas multinacionales y globales para abastecer nuestro mercado y generar empleo. La industria criminal no se queda atrás. Nos han demostrado que están plenamente organizados con diferentes centros de negocios y actividades generadoras de dinero permanentemente a costas de los comerciantes de bien. La extorsión, la venta de droga al detal y el secuestro no son suficientes para la delincuencia organizada; ahora el negocio ha tomado otro frente que nos afecta más que cualquiera de los anteriores; ahora están vendiendo nuestras hijas, nuestras jóvenes  son entregadas a los extranjeros.

Nos es un mito. Es real y está pasando en la salida de las instituciones educativas, en los sectores más populares de la ciudad y en los lugares donde pululan los jóvenes. Los delincuentes sin ninguna reserva y pudor describen como es el negocio, como ha crecido y sus expectativas económicas. Tienen las vergonzosas estadísticas sobre la prostitución de jóvenes con experiencia y la venta de  jóvenes vírgenes.

Las jóvenes vírgenes son subastadas por medio de la creación de catálogos, los cuales son exhibidos a los turistas extranjeros capaces de pagar por la virginidad de menores de edad. Sucio y macabro negocio que empieza con la selección de las fotos en Facebook. Los delincuentes hacen estudio de mercadeo del sector donde priman el bajo nivel de ingresos y el acceso a la educación. Buscan la víctima en las redes sociales y de allí toman la información que requieren para el catálogo; tales como nombre, edad, aspecto, entre otros. Todo esto sin el consentimiento de sus dueñas. Las jóvenes no son contactadas hasta no tener el mejor postor o pagador y simplemente cuando el negocio está cerrado o listo, ellas son invitadas a sugestivas falsas fiestas donde son tomadas a la fuerza y entregadas a su comprador.

Las redes sociales son parte de esta historia y de muchas otras. Son la herramienta más usada por los delincuentes para cazar la información que cada persona deja allí  para hacer un amplio esquema de viabilidad de la víctima. Se apoderan de nuestras costumbres, trabajo, familia, amigos, posesiones y gustos. El perpetrador conoce al dedillo cada paso de nuestra vida comunicada por medio de las redes sociales.

Muchos delitos son cometidos por medio de las redes sociales. Matoneo, suplantación, robo de identidad y la extorsión son apenas el comienzo de toda la estrategia usada por los criminales. Algunos delitos que en principio son inexplicables tienen un origen en las redes sociales. El auto recién comprado, la casa recién adjudicada, los nuevos electrodomésticos y las vacaciones tomadas hacen parte del gran listado de factores que alimentan un futuro delito.

Como padres, tutores, educadores y familiares debemos ir más allá del vídeo sobre el turismo sexual en Colombia y cuestionarnos cuanto sabemos de nuestros hijos. Las redes sociales no deben ser un campo desconocido ni árido para los padres de familia; por el contrario, deben ser una herramienta con la cual se puedan detectar comportamientos, tendencias y peligros.

Las redes sociales deben ser los aliados principales para conocer un poco sobre nuestra sociedad y más aún cuando nuestros jóvenes interactúan permanentemente con alguien que no vemos y no conocemos.

Mi llamado es a la sensatez y a la valentía. Sensatez para aceptar que debemos aprender y estar a la par del conocimiento tecnológico de nuestros hijos, en los casos que sea necesario tomar clases sobre éste tipo de herramientas y admitir que la revolución tecnológica debe ser parte de nuestro diario. Valentía para investigar sin miedo sobre sus relaciones interpersonales, hablar con franqueza a nuestros hijos, enfrentar los hallazgos y denunciar cuando sea pertinente.

La unión hace la fuerza y no lo podemos olvidar. 

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