Después de la caída de DMG y el
debacle económico que ello significó en algunos municipios del sur del país,
los colombianos en general entendimos que hay mercado para todos incluso para
los delincuentes más osados.
Si bien es cierto el ESQUEMA PONZI o
PIRAMIDES no es nuevo y ha sido usado por muchos para desestabilizar la
confianza del mercado financiero de varios países, también ha servido para medir
la ingenuidad de la población y la capacidad de hacer dinero fácil.
Al referirme a la ingenuidad de la
población o de la ciudadanía en general, estoy hablando de la confianza que
tenemos hacia el otro, cuando entregamos cualquier cantidad de dinero para que
éste sea supuestamente multiplicado en proporciones y en tiempo no contempladas
en el mercado financiero; dinero que generalmente no sobra y la mayoría de los
casos es el producto de muchos años de esfuerzo; es decir, las pirámides están
construidas por patrimonios individuales de trabajo.
Particularmente la ingenuidad no
obedece a una clase social determinada, nivel de estudio o región específica;
pues hemos observado y sorprendido al conocer que las mayores pérdidas morales
y económicas han afectado a la población en general. El delito económico
curiosamente no discrimina.
El otro punto de vista para seguir
perdiendo dinero en las Pirámides o esquemas Ponzi se basa en los deseos
fervientes de hacer dinero fácil y en corto tiempo, demostrando entonces que la
creatividad no solo está en los negocios lícitos; la creatividad también
acompaña a los delincuente capaces de crear compañías de papel, sin sedes
físicas ubicables, falsos NITs o RUTs y con
nombres similares para de confundir a los incautos
Sin embargo en éste segundo grupo
podemos ubicar a los que fervientemente van más allá de posicionar los ahorros
de toda una vida en una posible inversión; en este segundo grupo ubicamos los
que aún a sabiendas del enorme riesgo que corren y de la ilegalidad que los
acompaña sólo desean multiplicar el dinero a toda costa.
Es así como la confianza no está
basada en el comportamiento netamente financiero, creado por la cultura del
análisis o estudio previo de las opciones de inversión; tal comportamiento está
basado más bien en el instinto de crear riqueza inmediata; es decir que nos
puede más la avaricia que la inteligencia aun sabiendo que la posibilidad de
pérdida es alta.
El fraude y lavado de activos requiere
de dos partes o como lo decimos los expertos, los delitos financieros requieren
contrapartes; la primera, la que genera el delito y la otra quien lo conoce, lo
acepta como parte de la cultura e incluso lo patrocina como los ¨inversionistas¨
del esquema PONZI o PIRÁMIDES. Entonces, quien tiene la PIRÁMIDE y quien
entrega el dinero con la esperanza de acrecentar su patrimonio individual son
responsables de delito.
Los escándalos financieros de los
últimos años nos han demostrado que las leyes en Colombia se quedan cortas
frente a la complejidad de los delitos económicos; sin embargo el Gobierno en
general no ha bajado la guardia y han creado diferentes estrategias para evitar
que la historia se repita; las campañas en los medios de comunicación que el
Gobiernos y en el sector privado a diario promulgan pretenden no dar tregua a
los delincuentes, pero éstos esfuerzos se ven opacados por la ingenuidad de
unos y la avaricia de muchos.
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