Reparación
con doble moral
Colombia es un país que ha padecido
la violencia en toda la extensión de la palabra y del territorio. La guerrilla
de la FARC, con un discurso pobre y carente de lógica, se convirtió en el mayor
de los problemas para la población civil, los militares y el gobierno. De ahí,
que el proceso de paz instaurado en Cuba, pretende corregir de alguna manera
los desastres cometidos en 55 años de masacres, torturas, secuestros y
violaciones de todos los derechos humanos. Pero más allá de la reconciliación,
el perdón y la no repetición; el tema económico para la reparación tiene mayor
trascendencia ya que es un arma de doble filo como nuestra moral.
Los delitos económicos como fraude,
secuestro, narcotráfico, minería ilegal, corrupción y todos los demás que se
encuentran en el espectro de los delitos fuentes del lavado de dinero han sido
cometidos por la guerrilla. Es por ello que el blanqueo de capitales se
convirtió en la actividad más exitosa para la guerrilla que alimenta sus arcas
y financia su bélica operación. A la fecha no existe un dato exacto sobre la
cantidad de dinero que la guerrilla produce y tiene en sus caletas. Se ha especulado
sobre los ingresos, gastos y compras pero con altos márgenes de error y ambigüedad
en las cifras. Así mismo, se habla sobre la extraordinaria capacidad económica,
su organización contable y gerencial que le permite administrar su riqueza
incluso a nivel internacional como cualquier otra organización legal.
Igual que pasa con la cifra de los
delitos económicos en el mundo, pasa en Colombia para enmarcar a la guerrilla
de las FARC en alguna estadística económica; sólo es posible detectar el 5% de
los negocios ilícitos, todos los demás pasan por debajo de la mesa o hacen
parte del underground mundo criminal global. Lo único que se sabe es la
descomunal cantidad de dinero que la guerrilla tiene en su poder producto de
las actividades ilegales, delincuenciales y vejámenes cometidos en su larga
trayectoria por la historia colombiana.
Muchos colombianos inquietos tenemos
incógnitas con respecto al proceso de paz, su dinamismo, ejecución y posconflicto.
Sin embargo, una de las grandes inquietudes que a la fecha no ha sido planteada
claramente es el tema de la reparación. Aunque es un tema para coger con
pinzas, se cuestiona sobre la forma de retornar el dinero ilegal a la economía
colombiana. El lavado de dinero y los delitos precedentes son un tema de
discusión global donde Colombia, como país, tiene que adaptarse al propósito
internacional sobre la prevención de las actividades ilegales que afectan la economía
mundial. De ahí que el sector financiero y la mayoría de las empresas del
sector real hoy están obligados a implementar el sistema de prevención de
lavado de dinero basado en riesgos. Por lo tanto, dicho retorno producirá nocivos
efectos en nuestra economía e institucionalidad dado que será indiscutiblemente
la forma más patriótica de lavar las ganancias ilegales de 55 años de guerra
donde los únicos ganadores son los altos comisionados de la guerrilla que
sueñan con una vida en la legalidad y una posición en el gobierno.
Hoy nos enfrentamos a un proceso de
paz con doble moral que tiene dolientes, adeptos e incrédulos. Un proceso
tejido con incipientes hilos de verdad y transparencia esquivando los procesos
legales internacionales como lo es la lucha contra los crímenes económicos y la
extradición. Un proceso de paz que tendrá como únicos triunfadores a la
guerrilla que cambiaran las botas por los zapatos de charol y dejaran el anonimato
para engordar nuestra ineficiente clase política. Igualmente, las FARC
plantearan los escenarios perfectos para disponer de los recursos ilegales
acumulados y pretender vivir como colombianos de bien desafiando la honestidad
de todos aquellos que por años hemos defendido la ética, la moral y los
valores.
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