Para muchos Robín Hood es un personaje histórico catalogado como
héroe por su gran corazón y osadía al enfrentar y confrontar a la clase
burguesa de aquel entonces robando sus propiedades para después distribuirlas
entre los más pobres y oprimidos. Su pasado se remonta a la vieja Inglaterra
entre 1200 y 1300 como uno de los mejores arqueros de la época destacado por
astucia y coraje. Aunque pareciera que esta historia se alineará más con el
pensamiento altruista guerrillero de hace 54 años, hoy en día en muchas
corporaciones, empresas y entidades de todos los tamaños se promulga bajo la
mesa y entre algunos perpetradores la teoría de robarle al rico para el bien de
los pobres empleados, defendiendo así la actividad criminal por la
cual fue famoso Robín Hood. Es decir, el fin hace la causa, la legaliza y
la distribuye.
Hacer y mantener una empresa en Colombia o en cualquier ciudad del mundo es un riesgo que conlleva a altos costos e inversiones. Los impuestos son los primeros que ocupan la escala de lo que un emprendedor debe destinar de su patrimonio para pagar al Estado por el funcionamiento de la empresa; de ahí todo lo relacionado con el factor humano y la mano de obra como salarios, prestaciones sociales y seguridad social entre otros, ocupan otra línea tan importante y comprometedora como los impuestos mismos. Las inversiones en propiedad, planta y equipo no se pueden aplazar y por ende hacen parte de lo que un empresario debe invertir para producir; y por último el abastecimiento de materiales, sin los cuales no existe el producto que al final del proceso es el resultado de todo el esfuerzo emprendedor de alguien quien un día decidió asumir el riesgo de mercado, financiero, laboral, reputacional y operacional. Es decir que la actual radiografía de cómo hacerse empresario en Colombia es más desalentadora que siempre y hoy debemos aplaudir y animar a aquellos que obsesionados y confiados en los buenos resultados abren las puertas de nuevas empresas para crear empleo y alimentar el PIB colombiano.
Sin embargo, no todo es alegría en la fiesta de apertura de un emprendedor, dado que infortunadamente una pequeña porción del factor humano que contrate será quien desangre el 5% de sus ingresos para distribuirlos entre los que Robín Hood llamaría oprimidos laborales. Para ser más clara, uno de los procesos de Fraude que hoy está reinando en las corporaciones va más allá del enriquecimiento ilícito personal por medio de la apropiación indebida de los recursos empresariales para ser repartidos entre aquellos que de alguna manera no están de acuerdo con el sistema laboral que comparten a diario; sin saber que así se está comprometiendo la moral y la ética a través de la compra desapercibida de conciencias.
Como Robín Hood, quien rechazó la ley de aquel entonces y se refugió en campos cercanos a la ciudad principal para despojar a los comerciantes que transitaban en esos caminos con sus mercancías; muchos empleados despojados de moral y quienes hacen parte de la nómina llamada de manejo y confianza, hoy se refugian en sus oficinas para de acaparar ilegítimamente las riquezas de quienes son o han sido por años sus jefes o incluso los que han depositado en dichos empleados toda su confianza tanto empresarial, laboral y personal. De ahí que el fraude como fenómeno económico, social y organizacional es cualquier acto u omisión de naturaleza dolosa y por tanto de mala fe, o de negligencia grave que galopa en muchos escritorios y cubículos corporativos. De hecho, el fraude puede clasificarse como felonía o mala conducta criminal sin importar que su resultado sea distribuido entre los más desvalidos de una compañía o entre aquellos que por su propia naturaleza no ganan los salarios que pretender merecer.
¿Cuántos empleados tiene usted en su empresa con la capacidad de acaparar los recursos económicos de varias fuentes? ¿Cuántos empleados tiene usted en posiciones laborales donde los recursos no están siendo controlados? ¿Quién controla y audita los fondos de ahorro y apoyo creados para ayudar a todos los empleados de la empresa? ¿Cómo asegura usted que las pérdidas de su empresa no obedecen a la distribución de dinero entre varios empleados? Recuerde que los fraudes son perpetrados por individuos para obtener dinero, propiedades o servicios, evitar pagos o pérdida de servicios o asegurar una ventaja personal o del negocio, así como Robín Hood lo hizo en su momento.
Los fondos de empleados son la mejor opción para brindar calidad de vida a los empleados y desligar a las empresas de la responsabilidad económica de la administración de recursos que no hacen parte de su actividad comercial. Así mismo, la legalización de los fondos de empleados evita y disuade a sus administradores en la comisión de cualquier uso indebido de los dineros para uso personal y colectivo. ¿Cuántos Robín Hood tiene usted en su empresa?
Marta, aunque no apruebo para nada el Fraude en ninguna de sus formas, debo levantar mi voz ante lo que considero una ligereza muy grande de su parte. Y lo hago, más por defender una figura que bien interpretada, puede traer acciones más positivas que las que usted le atribuye como negativas. Considero injusto y totalmente errado equiparar la figura de Robin Hood con las personas que se alejan de la ética profesional o de sus valores particulares para desangrar las empresas, como usted lo indica. Y me niego a aceptar la comparación, por que si revisas la literatura, Robin Hood "luchaba contra el sheriff de Nottingham y el príncipe Juan sin Tierra, que utilizaban la fuerza pública para acaparar ilegítimamente las riquezas de los nobles que se les oponían. En la Inglaterra medieval , todo individuo que se oponía a los edictos reales era forajido." Desde este punto de vista, estás equiparando a las empresas con el Sheriff de Nottingham y el príncipe Juan sin Tierra, quienes actuaban de forma ilegal? Solicito una reflexión más profunda del caso y a la par, tener cuidado de no tergiversar el mensaje de Héroes que al menos a mi, me sirvieron para conservar una conciencia tranquila tanto laboral, como personalmente.
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