La
famosa exclamación ¿Usted no sabe quién soy yo? inunda las redes sociales y los
medios de comunicación cuando alguien desesperado por el control de las
autoridades recurre a tan nefasto argumento para evadir la rigurosidad de la
ley. Sin embargo, dicha frase adherida al comportamiento violento y
desagradable tiene un contexto más amplio y duradero que la misma publicidad
del momento porque las funestas consecuencias no esperan. En cada fortuito
evento de abuso de conciencia ciudadana se ha escrito sobre los protagonistas
del bochornoso episodio y como toda novela colombiana se publica en las redes
sociales los detalles con toda clase de críticas, pero el escándalo solo
dura lo que un pan caliente en una panadería.
Así
como se habla del postconflicto armado para los problemas de mayor envergadura
social en Colombia, también se debe hablar del postconflicto de los eventos en
los cuales los ciudadanos abusan de su posición y argumento. Es decir, las
secuelas de tan bochornosos eventos van más allá del estrellato o los cinco
minutos de fama. Hoy, protagonistas como el gomelo bogotano, algunos concejales
y miembros de la política, profesionales y estudiantes hacen parte de la negra
lista de personas que algún día proclamaron a grito partido la famosa frase para
continuar con sus vidas académicas, laborales y sociales. Sin embargo y después
de analizar cada escena por parte de aquellos que todavía confían en la cultura
ciudadana, quedan algunos interrogantes por resolver y que sería excelente si
algunos de los antagonistas de estas historias contaran.
Se
dice que el tiempo perdona y ayudar a olvidar, pero en este tipo de eventos las
redes sociales son implacables y tratar de borrar la memoria colombiana e internacional
es imposible. Por lo tanto interrogantes como: ¿Qué pasó con los antagonistas
de estas historias? ¿Después de los bochornosos eventos, cómo se desenvuelven en su vida laboral o comercial? Es decir, ¿Cómo
están superando el postconflicto social de los cinco minutos de fama? La
sanción social no da espera para ellos y las puertas se cierran cada vez más
por que el riesgo reputacional está amarrado a la ética y la moral y se etiquetan en las redes sociales todos
los días. Un ejemplo claro es la cancelación de la práctica universitaria de la
estudiante que protagonizó con su padre el último evento en la ciudad de
Medellín. Dicha entidad repudia y lamenta los comportamientos agresivos y por
fuera de la ley y los desliga de sus principios académicos y normativos.
Ahora,
a nivel laboral y comercial las sanciones sociales también llegan. Una entrevista
laboral puede estar marcada por los eventos en los cuales el aspirante estuvo
involucrado en sucesos arribistas con lamentables resultados. De ahí, que hoy
en día las empresas cuidan y custodian su reputación y verifican a profundidad a
quien hace parte de su staff y grupo de
trabajo. Así mismo, a nivel comercial las sanciones sociales llegan afectando
posibles asociaciones, ingresos y futuros negocios. Ni que hablar del aspecto
político cuando un honorable miembro de nuestra alcurnia política pretende usar
su investidura para quebrantar la ley perdiendo participación electoral en el
futuro. La sociedad colombiana perdona pero no olvida.
El
viejo adagio dice que La ley es solo para los de ruana,
como si el uso de tan espectacular y emblemática prenda solo distinguiera a un
grupo social determinado; sin embargo por cultura general sabemos que este contexto
significa que quien tiene dinero en el país puede evadir la norma. La legislación
colombiana está hecha para todo ciudadano o persona que habite el territorio
nacional, de ahí que pertenecer a un grupo político, clase social dirigente o
universidad no exime a sus miembros para
cumplir la norma a cabalidad. Por el contrario, quien tiene la oportunidad de
asistir a una aula universitaria o representar a una comunidad, está en la obligación
moral y ética de mostrar excelente comportamiento y respecto ciudadano, no solo
para con los miembros de las fuerzas armadas, de Policía y control; también
para con los conciudadanos de carro y de a píe. Está bien claro que los
diplomas académicos sólo detallan la formación técnica de un individuo, los
cuales en muchos casos se quedan cortos en la formación de valores y
principios.
Es
posible que las sanciones pecuniarias y penales no sean suficientes para
muchos, pero en un mundo globalizado como el nuestro, las sanciones sociales no
dan tregua y las redes sociales se encargan por si solas de hacer justicia. De ahí
que antes de desafiar cualquier autoridad y protagonizar un incidente ofensivo piense en el postconflicto social
después de los cinco minutos de fama.
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