Y
a Usted como quiere que lo recuerden?
He leído el libro La Rosca Nostra escrito por Nathan Jaccard. Este escritor sin
tapujos y miedos describe como la economía Colombia se cartelizó durante los
últimos 10 años, donde las empresas de mayor envergadura en el país y de mayor
confianza jugaron con nuestros bolsillos y abusaron de nuestra bondad.
Para muchos, el mercado no tiene
moral ni sentimientos y solo gana quien tenga las mejores estrategias para abultar
los bolsillos de la empresa y por ende de sus accionistas, y en muchas
ocasiones pasando la fina línea entre la ética y lo legal.
Los colombianos creíamos que los
carteles solo se relacionaban con malandros que trafican droga, insumos, armas
y personas. Estábamos más que seguros que un cartel solo se componía por
aquellos que escondidos en fincas, en la selva o en túneles se disputan o
negocian las zonas y rutas para llenar este planeta de la inmundicia de las
drogas. Pero lo que no sabíamos los colombianos era que detrás de los
comerciales de televisión que nos derretían el corazón por medio de la ternura
y amor, los directivos de las súper empresas en Colombia nos estaban
anestesiando para robar sin ternura y consideración parte de nuestro salario.
Productos como el cemento, papel higiénico,
pañales, cuadernos, azúcar, servicios de seguridad y los demás casos que están próximos
a reventar, fueron objeto de extrañas negociaciones por directivos de compañías
que se despojaron de la ética para armarse hasta los dientes de lo más sucio y
oscuro que un ser humano con educación puede hacer. Solo con leer los correos
electrónicos donde se distribuyeron áreas, acordaron precios e incrementos, compitieron
deslealmente y extendieron sus maléficos brazos por toda Latino América, se
sabe que tan bajo puede caer un ejecutivo.
Ahora, la Superintendencia de Industria
y Comercia está cazando con nueva tecnología y recursos humanos. Todo este
maravilloso equipo se dio a la tarea de defender la dignidad colombiana para
dejar un mensaje claro… No a la competencia desleal ni a los carteles
económicos. Para muchos las multas serán pequeñas comparadas con la cantidad de
dinero que nos sacaron de los billetera; sin embargo el riesgo reputacional y legal
no tiene precio tanto para las empresas como para aquellos que dirigieron la
maravillosa orquesta del robo colombiano mejor legalizado.
Un ejecutivo que haya participado en
uno de estos macabros carteles tendrá que dar muchas explicaciones, pero con qué
cara se les explica a la familia y en especial a los hijos sobre un comportamiento
totalmente antiético. Uno de los mayores errores que comete un defraudador de
cuello blanco es no pensar en lo que sus hijos pueden hacer en el futuro con el
ejemplo enseñado. Igualmente, muchos de ellos buscarán empleo y quien los
entreviste habrá leído el libro o sabrá por comentarios de corredor que el
candidato fue un cartelista de la canasta básica colombiana. Otros tendrán
dinero con crear empresa y a lo mejor ese es su futuro, pero volvemos a lo mismo… Quien hace negocios con
un cartelista.
Para concluir, el riesgo
reputacional no solo atañe a las corporaciones, más bien, recae sobre nuestros
hombros y conciencia el tener un comportamiento ético y ejemplar donde quiera
que estemos. Y a Usted como quiere que lo recuerden?
Recomiendo el libro ampliamente y no
sólo es para los colombianos. Muchos países de Sur América están involucrados,
sea por que no aceptaron los acuerdos maquiavélicos o porque de una u otra
forma se involucraron en ellos.
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